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Trastorno Narcisista de la Personalidad / Su influencia en el Matrimonio

El término narcisismo proviene de un antiguo mito griego donde se cuenta que Narciso, admirado por su belleza, se le prohibió observar su cuerpo a cambio de una larga vida. Narciso rechazó el amor de los demás y se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua de una fuente. Su destino fue consumirse en un deseo insatisfecho y transformarse en la flor que lleva su nombre. [1] La mitología explica, que Narciso estaba absorto por su propia belleza, lo que le permitía tener un alto concepto de sí mismo; en consecuencia, esta aseveración permite estandarizar a los individuos que adolecen el TNP, y determinar sus características, que permiten identificarlos.

[1] (Caballo, 2004, pág. 91)

Varios factores críticos desempeñan un papel en el trastorno narcisista de la personalidad: una sensación extrema de importancia de sí mismo y la expectativa de favores especiales, una necesidad de atención constante, autoestima frágil y carencia de empatía o atención hacia los demás. Las personas con este trastorno se preocupan por fantasías de éxito ilimitado, inteligencia, poder, belleza y relaciones amorosas ideales. Tal vez consideran que sus problemas son únicos y sienten que sólo las personas que son igualmente especiales pueden entenderlas.[1] 

Las personas con un estilo narcisista saben lo que quieren y cómo conseguirlo. Son hábiles para conquistar a los que tienen a su alrededor. Se caracterizan por una gran ambición, llegando a convertir sus sueños en realidad, como conseguir una buena imagen social y un puesto de poder que les haga ser personas importantes y llenas de méritos. Son seguros de sí mismos y motivan a los demás, a quienes suelen dirigir dado su carácter emprendedor y de liderazgo.[2]   

Es muy importante identificar este tipo de trastorno, aunque sus características son evidentes; siempre estarán exigiendo reconocimiento a sus logros, por sus sueños de grandeza. Su fragilidad en su autoestima puede ser oculta mediante mecanismos de defensa; un exceso de amor propio, que no le permite amar a nadie más “no siente empatía”. Es capaz de obtener lo que se proponga, pisoteando a quien sea; utilizará la manipulación y la sugestión para convencer que siente empatía, pero al obtener lo que desea, desechará y menospreciará. Dicho de otra manera, es maestro(a) del engaño y la manipulación.  

Un aspecto muy importante a destacar, es que el TNP puede derivar en parafilias, con tal de obtener plena satisfacción.

[1] (SARASON, 2006, pág. 312)

[2] (Caballo, 2004, pág. 91)

Caso 16

El caso de Roberto y Maribel, un matrimonio joven que vivían una pequeña ciudad al sur de la capital. Roberto era un individúo que presumía de su belleza, cada día se acicalaba con talcos, cremas finas y maquillajes; algunos de sus amigos cercanos creían que adolecía de cierta desviación sexual. Presumía de gran sabiduría y conocimientos en ciencias y en matemáticas.

Trabajaba como ejecutivo para una trasnacional de renombre, acostumbraba a celebrar cada posible éxito; siempre menospreciar a sus compañeros y su círculo de amigos eran personas semejantes a él. Estaba absorto de su belleza, que casi se podría decir que estaba enamorado de sí mismo; no le falta el espejo y el maquillaje para retocarse, fotos y fotos a cada momento.

Maribel, por su parte era muy retraída y tímida; había concebido tres hijos. Era todo el caso contrario en cuanto a su personalidad; en el ambiente matrimonial había serios problemas y era obvio, ya que, su cónyuge no la amaba y ella lo advertía con cada gesto y maltrato.

Este matrimonio se realizó de manera fortuita, ya que Roberto la había embarazado en una noche de copas, por lo que sus padres, le habían obligado a responsabilizarse de sus actos. Como era de esperar un matrimonio fortuito es disfuncional. Las dificultades se hacían sentir cada vez más, pues Roberto tenía una especie de síndrome de “don Juan” y continuamente era infiel con sus compañeras de trabajo, aduciendo que utilizaba la ley de la atracción, para conquistar a quien el quisiera, lo cierto es que utilizaba la manipulación para lograr sus objetivos.

Era un matrimonio en crisis, lleno de amargura y dolor; Roberto no era feliz; aunque así tuviera las aventuras sexuales que él deseara. Tampoco era feliz su esposa. Quizá lo más cruel de esta situación era la tristeza y zozobra de sus hijos. Su vida siempre estaría vacía, pues sus altas expectativas no podrían satisfacerse.    

(Se utilizaron nombres ficticios para proteger la identidad de los protagonistas)

 

 

Enrique Peñalba / Coaching Matrimonial

07/11/2021 

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